Las medidas económicas adoptadas por el gobierno nacional no hacen más que evidenciar el desfasaje económico en el cual estamos inmersos: inflación incontrolable, desaparición de los billetes de mil pesos – casi un 45% de su emisión tuvo lugar durante el 2021 -, suba de la canasta básica, aumento del transporte público, más de 17 tipos de dólar, entre otros panoramas desoladores.
Durante la noche del domingo y la mañana del lunes miles de familias a lo largo y a lo ancho del país realizaron filas eternas en las oficinas del ANSES con la esperanza de recibir el bono denominado “Refuerzo Alimentario”, lo que se puede analizar como una radiografía de la desesperación social generalizada de una comunidad que se ha transformado en adicta a las ayudas sociales sistemáticas.
No me gusta hacer futurología, pero ahora se viene una explosión de lamentos después de una pequeña luz de esperanza. Un baño de realidad que va a calar en el corazón del optimismo. No todas las personas que necesitan una ayuda económica pueden aspirar al nuevo bono implementado por ANSES ya que está destinado a quienes están marginados de – casi – todo. Más de 500 mil personas se inscribieron para tener acceso al bono, gran parte de ellas se quedarán con las manos vacías.
Si adquiriste una motito para trabajar, no podés recibir el IFE 5. Si pediste un préstamo para llegar a fin de mes, chau bono. Si recibís tu jubilación, por pequeña que sea, no verás ni un peso del Refuerzo Alimentario.
La economía de la Argentina es como aquel caballo que agoniza, cojo, que ya no sirve para arar la tierra ni para transporte. Es desesperante, improvisada e inestable. Da la sensación de que nuestra economía, como ese caballo, le han dedicado la última oración de “Desencuentro” de Aníbal Troilo y tan hermosamente interpretado por Roberto Goyeneche que reza: “Ni el tiro del final te va a salir”.